Intro: Buenas soy Gustavo Cuadrado , os dejo el articulo que me ha publicado hoy el diari de Traragona, sobre algoritmos i post verdad. Espero nuestro comentarios.
Que los Algoritmos nos condicionan es un hecho y que ya no somos dueños de nosotros mismos, los algoritmos están presentes en muchos aspectos de nuestra vida, en nuestra simple navegación por internet, cuando ponemos nuestra huella en el móvil, hablamos con Siri, ponemos un “Like” o tenemos activo el navegador o el micrófono del móvil, se alimentan de esa información.
En un principio estaban pensados para conocer nuestras pautas de comportamiento, era un elemento para satisfacer mejor nuestras necesidades de consumo, pero la gran pregunta es:
¿Hasta que punto y en que momento un algoritmo, pasa de aprender de ti a condicionarte?
Muchas veces les pongo estos ejemplos a mis alumnos: Los algoritmos nos guían y dirigen nuestra realidad y lo hacen cuando nos recomiendan una canción en Spotify, una serie en Netflix o una compra en Amazon, pero también cuando se encargan de elegir a los mejores candidatos para un trabajo o para conceder un crédito.
Es una realidad y un hecho que los algoritmos ya están tomando decisiones que no controlamos y mas aun evolucionando hacia la inteligencia artificial.
- Deciden donde invertir nuestro dinero.
- Deciden si podemos tener una hipoteca o no.
- Deciden si somos aptos para un trabajo y para ellos son capaces de rastrear nuestras redes sociales.
- En corto plazo decidirán en que podemos y no podemos estudiar (como ya predijo Orwell en su libro “1984”.
- Podrán definir si somos adictos, si nuestra vida es saludable en función de nuestras redes y por tanto nuestro seguro médico.
- Mediante los datos de “google maps”, donde comemos incluso nuestra forma de conducción y el precio de nuestro seguro de coche.
Los algoritmos deciden por ti a partir de nuestro historial de navegación y maravillosamente su grado de error y satisfacción es muchísimos más fiable que la de la propia decisión humana. Pero seamos honestos, hasta donde se reduce aun más nuestro libre albedrio y en los errores humanos radican algunos de nuestros mayores ingenios y expresiones culturales más bellas.
Facebook, Google, Instagram y otras fuentes de información utilizan algoritmos (para decidir qué vemos y qué no. Lo que entrega nuestra pantalla desde esas aplicaciones no es una colección trasparente de entradas ordenadas en orden cronológico.
No ves “lo que hay”, sino una selección de contenidos que ellos han hecho por ti. Una vez ingresas a Netflix y te pide que elijas cuales son tus gustos, ¿que posibilidades tendrá un adolescente de ver una película clásica como puede ser “Rebelde sin causa”?
También, como no, en la política, los responsables de campañas lo saben bien, y los usan para reforzar prejuicios, es por ello que en la política se mantienen posiciones extremas, que se refuerzan con materiales sencillos y basadas en técnicas clásicas de storytelling o simplemente Fake news…. Un algoritmo nunca te dará la posibilidad de contraponer tus ideas y reforzará tus prejuicios. El prejuicio y la posverdad son elementos que se retroalimentan por necesidad psicológica.
¿Hasta que punto esto no debe ser regulado? ¿Hasta que punto es ético? ¿Hasta que punto no se prostituye el concepto de democracia?
Hay muchos casos actuales en política en España, pero no me quiero meter en un charco, a nadie le gusta verse reflejado en el espejo o por lo menos las posibilidades de aceptar esta realidad que va contra nuestros prejuicios y sistemáticamente se niega.
A eso se le podría llamar, salvo que algún profesional me lleve la contraria, disonancia cognitiva.
Recomiendo ver la película de HBO “Brexit”,donde se utilizaron estas técnicas y el final lo estamos viendo estos días.
A ello debemos sumar varios hechos objetivos y probados en múltiples estudios:
- Se ha podido establecer que los prejuicios pueden ser más fuertes de lo que pensamos y que oscurecen nuestra capacidad de tener en cuenta hechos concretos y reales.
- los humanos poseemos una excelente capacidad de ignorar los hechos que no se corresponden con nuestros prejuicios.
Algunas personas nunca cambiarán de opinión, incluso si una evidencia concreta se pone ante sus ojos. “Es como si no oyeran a los demás diciéndoles que están equivocados” a ello Yuval Noah Harari en su libro “21 lecciones para el siglo XXI”se refiere como una dependencia del pensamiento en grupo, que pone en duda el individualismo y la racionalidad.
Si ya es difícil encontrar atajos psicológicos, los algoritmos de las redes, en cuanto a comunicación los refuerzan, provocando un mayor refuerzo de estos estimulo.
En realidad, los humanos siempre hemos vivido en la era de la posverdad. El Homo sapiens es una especie de la posverdad, vivimos mejor en ella, hemos conquistado el mundo gracias a ella, de crear ficciones y creer en ellas inmersos en un pensamiento colectivo y grupal.
Cabe preguntarse entonces: ¿La Posverdad entonces es causa o efecto?
Gustavo Cuadrado Moya
Profesor Asociado de Márketing en la URV
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